Rodeado por un entorno espectacular de viñedos y bosques milenarios, en el corazón de la #RibeiraSacra, encontramos Santo Estevo de Ribas de Miño, uno de los monumentos más destacados del románico rural gallego. Si estamos planificando una ruta por el sur de la provincia de Lugo, no podemos perder la oportunidad de visitar este hermoso rincón, localizado además en uno de los paisajes de mayor belleza de Galicia.
Poco se sabe del origen del antiguo monasterio que aquí había, del que únicamente se conserva la iglesia monacal. Tenemos constancia de algunos documentos, como una donación del año 976, una referencia del s.XII, en la que se habla de la restauración de una iglesia visogótica en el lugar, y textos del s.XIII, en los que se nombra ya expresamente la abadía de Santo Estevo, regida entonces por la Abadesa Dona Elvira. También hay quien relaciona este lugar con la denominada Santo Estevo in villa Mazara, dependiente de Samos, pero no se puede afirmar con total seguridad que exista relación con este monasterio de la provincia de Lugo.
Su localización, en un mirador privilegiado sobre el Miño, es magnífica, pero la elección de esta posición dificultó en gran medida su construcción, llevada a cabo en el s.XIII. Las elevadas pendientes y la costumbre de orientar los templos en dirección Este-Oeste (recorrido del sol), hicieron necesaria la excavación de parte de la montaña para colocar el ábside, así como la construcción de una cripta debajo de la fachada para ganar espacio y soportar la parte frontal de la iglesia.
Declarada Monumento Nacional en 1931, la arquitectura de Santo Estevo guarda un buen número de similitudes con la cercana Portomarín, ambas muy influenciadas por el estilo compostelano. Se dice que buena parte de sus constructores y escultores aprendieron el oficio en la obra de la Catedral de Santiago, formando parte del taller del Maestro Mateo.
El elemento que más nos llama la atención en Santo Estevo es su imponente fachada, una de las más bellas y elegantes del románico gallego. En ella encontramos un conjunto de personajes esculpidos, para muchos representación a modo resumido del Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago de Compostela. En Santo Estevo, en lugar de los 24 ancianos del Apocalipsis, solo podemos ver 7, sentados y mirándose de dos en dos, menos el del centro. Cinco tocan instrumentos, uno sostiene un cuadrante lunar y otro, el central, un disco solar (el sol en el románico se solía identificar con la figura de Cristo).
La entrada de la iglesia se encuentra flanqueada por un ángel y un demonio, ambos en actitud de señalar unos escritos que apoyan en sus rodillas y que se corresponderían con el Libro de la Vida, en el que están apuntadas las acciones de cada persona a lo largo de su biografía. Es una clara alusión al Juicio Final, en la que se contrapone el bien frente al mal. También podemos ver dos extrañas aves con cara felina, posiblemente arpías en representación de las bajas pasiones y de los remordimientos generados por el pecado y la satisfacción de los vicios.
Destaca también el rosetón frontal, de 4 metros de diámetro y ya con tendencia gótica. Realizado completamente en granito, su diseño está formado a partir de un círculo central, alrededor del cual se disponen doce pétalos. Se trata de uno de los rosetones de mayor tamaño de toda Galicia, cuya su función es la de iluminar el templo, consiguiendo un ambiente místico con la luz de colores procedente de las cristaleras alumbrando la zona del altar. Cuenta la leyenda que la fuerza de los rayos del sol, al reflejarse en la vidrieras, era tal que hacía malograr los embarazos de las mujeres y de los animales de la zona. Para evitar estos hechizos, se dice que los vecinos de Santo Estevo de Ribas de Miño arrojaban piedras contra ellas para romperlas e impedir el reflejo solar.