El antiguo monasterio de Santo Estevo de Ribas de Sil, en pleno corazón de la #RibeiraSacra, tiene su origen en los primeros años del cristianismo en Galicia, probablemente, en el siglo sexto. Se dice que fue fundado por San Martiño de Dumio, el llamado “Apóstol de los Suevos”, aunque no sería hasta unos siglos más tarde cuando alcanzaría su esplendor.
La fama del monasterio llegó incluso a traspasar fronteras, siendo tal su grandiosidad que nueve obispos santos lo eligieron como lugar de retiro. En lugar prioritario de la iglesia, se conservaron nueve arcones, a los que siglos después de sus muertes, serían trasladados los restos. Además, el escudo del monasterio hace referencia, como elemento principal, a estos nueve obispos, ya que en él fueron grabadas nueve mitras en su honor.
La fama otorgada por los obispos, hizo que Santo Estevo de Ribas de Sil se convirtiese en un conocido lugar de peregrinación, acudiendo hasta la Ribeira Sacra numerosos fieles en busca de milagros. Estos se postraban ante un cofre de plata que contenía los anillos de los obispos, esperando obtener los favores de los santos y, según las leyendas de la época, siendo muchos concedidos. La leyenda cuenta también que la mera presencia ante este cofre, producía un repentino estado de exaltación en aquellas personas que se encontraban poseídas por el diablo.
En este monasterio, declarado Monumento Nacional en 1923, se alternan varios estilos, desde el románico, en sus partes más antiguas, pasando por el gótico, el barroco, el renacentista, o incluso la integración de elementos de arquitectura actual. La iglesia de la abadía fue construida en el siglo doce, pero sufrió numerosas modificaciones a lo largo de los siglos. Esto hizo desaparecer la mayor parte de sus rasgos originales, aunque en ella descubrimos todavía algunos vestigios de arte románico. En el interior de la iglesia, en la parte izquierda del altar y fuera de su ubicación original, encontramos una de las piezas artísticas de mayor valor de Santo Estevo de Ribas de Sil. Se trata de un precioso retablo en piedra, de origen románico, con forma pentagonal, y en el que se encuentra representado un Cristo, en el centro, flanqueado por los doce Apóstoles. Lo más probable es que este elemento formase parte de la fachada románica de la iglesia, desaparecida hace siglos.
En cuanto a los tres claustros que estructuran el conjunto, destaca el de Os Bispos, conformado, en su planta baja, por preciosos arcos románicos y sus correspondientes capiteles, decorados con motivos vegetales, zoomorfos y antropomorfos. Este claustro se encontraba originalmente ajardinado y contaba con una fuente, la misma que hoy adorna la Plaza do Ferro, en la ciudad de Ourense.
El Claustro dos Cabaleiros, es de estilo renacentista. Se le conoce con este nombre porque en sus habitaciones se alojaban los nobles que visitaban el monasterio. Sin embargo, su función principal fue la de dar cobijo a los colegiales que acudían a estudiar a la abadía. El gran muro de Cristal procede de la última restauración y fue diseñado por el arquitecto Javier Suances.
El Claustro do Viveiro es también renacentista. El origen de su nombre se remonta a la presencia de una gran fuente, que ocupaba toda la superficie del patio, y en la que los monjes conservaban salmones, lampreas, truchas y anguilas, que traían vivas de las pesqueras del río.
Durante el siglo dieciocho, el monasterio fue abandonado, llevando al olvido y la ruina a este otrora próspero lugar. No sería hasta 2004, tras una laboriosa tarea de restauración, cuando el monasterio recobraría su vida, formando parte esta vez de la Red de Paradores de Turismo de España. A pesar de su rehabilitación como hotel y restaurante, el acceso es totalmente libre a gran parte del conjunto. Así, los visitantes que llegan hasta este rincón de la Ribeira Sacra, pueden seguir una ruta interior que los guía a través de sus dependencias, y en la que diferentes paneles nos cuentan historias sobre leyendas, la vida de los monjes o la riqueza patrimonial de Santo Estevo de Ribas de Sil.