Hoy os proponemos una ruta de senderismo por A Costa da Vela, un auténtico paraíso situado en Cangas do Morrazo, en la provincia de Pontevedra (Galicia). A lo largo de sus 12 km de recorrido, que nos llevarán unas 4 horas, iremos disfrutando de los bonitos rincones que esconde esta zona de las Rías Baixas, entre los que se encuentran los famosos faros que protegen la entrada de la ría de Vigo, estrechas sendas al borde de los acantilados, las playas de arena blanca o las espectaculares vistas de las Islas Cíes.
El recorrido que os proponemos es el resultado de unir varios senderos y caminos rurales, pasando por los paisajes y lugares más interesantes de la zona (la ruta, de momento, no existe de forma «oficial»).
La ruta comienza en Donón, junto a la conocida escultura de la Caracola (obra de Lito Portela). En el lugar encontraremos un aparcamiento habilitado para dejar el coche, justo pegado a un bar-chiringuito. Además, desde allí tenemos ya las primeras vistas de las Islas Cíes (en la entrada de la ría de Vigo, a nuestra izquierda) y de las Islas de Ons (en la entrada de la ría de Pontevedra, a nuestra derecha). Por cierto, a la vuelta, al terminar la ruta y si nos coincide la hora, merece la pena quedarse un rato en este lugar a contemplar la puesta de sol. Es impresionante.
Comenzamos a caminar por una pista bastante ancha que discurre, durante un par de kilómetros, paralela a la costa, en dirección a Cabo Home. En este tramo puede que nos crucemos con algún coche, sobre todo en verano, pero en el arcén se encuentra habilitado un carril para bicicletas y senderistas, por lo que podremos avanzar sin peligro. Las vistas se hacen cada vez más impresionantes, con las Cíes siempre presentes y los acantilados, que en algunos tramos superan los 100 metros de altura, espectaculares.
Llegando ya a de la zona de los faros, nos desviamos de la pista principal para continuar por pequeñas sendas, que discurren muy cerca del borde de los acantilados. Posiblemente este es uno de los tramos más bonitos de la ruta, con las olas golpeando muy cerca, a nuestros pies, y las islas de fondo; poco a poco nos iremos acercando hasta el faro de Cabo Home, aunque antes pasaremos junto a la «Furna de Basaduriños» (una cueva labrada por la acción erosiva del mar).
El Cabo Home es el punto del continente más cercano a las Islas Cíes (aproximadamente 2 km). Allí nos espera un esbelto faro construido en el año 1853, con 18 metros de altura y una luz que alcanza los 12 km, utilizada para ayudar a los navegantes a pasar sin peligro por el Canal de Monteagudo (entrada natural de la ría de Vigo).
A menos de medio kilómetro del faro de Cabo Home, llegaremos al faro de Punta Robaleira, mucho más achatado que el anterior y de color rojo. Junto a este faro destaca un cruz de piedra en recuerdo a un marinero llamado Pepe Ruiz, que hace algunos años, debido a una a avería en el motor de su embarcación, fue arrastrado por las corrientes hacia las rocas, sin que nadie pudiese ayudarle a salvar su vida…
Continuamos nuestro camino en dirección a la Playa de Melide, una de las más salvajes de las Rías Baixas. Allí, además de su arena blanca y sus aguas cristalinas, destaca su sistema dunar, de gran valor ecológico. Podemos cruzar por la misma playa o por los caminos que la rodean, para dirigir nuestros pasos hacia la Punta Subrido (el último de los faros que regulan la entrada de embarcaciones en la ría de Vigo).
Desde Punta Subrido descenderemos de nuevo hacia la orilla del mar, que tocaremos al llegar a la playa de Barra. A mitad de camino, podemos hacer un pequeño desvío para visitar las ruinas de una antigua instalación ballenera, que servía de apoyo al gran buque factoría «Rey Alfonso«, que estuvo fondeado en esta bahía durante la década de 1920. Si decidimos visitar estos edificios lo haremos con cuidado, ya que no dejan de ser ruinas sin habilitar para su visita y están en el borde de un pequeño acantilado.
A partir de la Playa de Barra dejamos la costa y nos adentramos en un bosque de pinos que crece directamente sobre el amplio sistema dunar (el segundo más grande de la provincia de Pontevedra, después de A Lanzada). Destacan también las viñas plantadas sobre la arena, algo poco habitual (hay quien dice que es algo muy favorable para obtener un vino de calidad). Poco a poco, el camino se irá empinando en dirección al Monte Facho, del que nos separan unos 4 km, en los que ascenderemos unos 150 metros de desnivel.
Así, llegaremos ya al Monte Facho, último punto de interés de la ruta, en el que tendremos las mejores vistas de todo el recorrido. Allí nos esperan los restos de un antiguo castro, habitado hace unos 3.000 años por varias tribus de la zona, que eligieron este lugar para controlar este tramo de la costa. Además, se trataba de un lugar sagrado, tanto para los pueblos prehistóricos como para los romanos, y de hecho se han encontrado restos de un antiguo templo y de unas 170 piedras talladas con inscripciones. Se dice que este lugar pudo ser incluso uno de los puntos de peregrinación más importantes del norte de la Península Ibérica.
Únicamente nos resta descender por una antigua calzada empedrada, se dice que de origen romano, para llegar de nuevo al inicio de esta preciosa ruta de senderismo, que recorre una de las zonas más espectaculares y menos conocidas de todo el territorio de las Rías Baixas.